¿Retorno? No tanto, no tanto…

Un centenar de veteranos esgrimimos con alegría y clásica combatividad sanmarquina, la Resolución Rectoral que consagra el retorno de docentes cesados por límite de edad, un grato obsequio del Congreso que nos gobierna.

Es larga de leer, pero dice en síntesis que, pasado examen médico (“verificación de salud física y mental…”) podemos volver a las aulas. “¡Allá vamos!” exclamamos muchos que ya fuimos al examen y el médico nos declaró Aptos.

Pero leyendo más abajo nuestra alegría se desvanece cuando se agrega: “…el Despacho Rectoral autoriza emitir una Resolución Rectoral incorporando a los 91 docentes que no cuentan con plaza disponible, con cargo a la evaluación de la Junta Médica, al Consejo Universitario y al Presupuesto que debe asignar el Ministerio de Economía y Finanzas”.

O sea, lo siento profesor, su viejo curso ya ha sido asignado, usted no tiene plaza, no hay presupuesto para pagarle, esperemos con paciencia que el MEF afloje la bolsa… y entonces le avisaremos…

Pero algunos hay regresaron porque fueron cesados el año pasado cuando acababan de cumplir 75 años, y la universidad no tuvo tiempo de llamar a concursos para reemplazarlos. En consecuencia, sus plazas, sus cursos, estaban libres, sin docentes… así que amparados en la nueva ley pidieron retorno y ahí están, de regreso. La mayoría son médicos.

Los más veteranos, base 8, estamos divididos en cuanto al futuro. Unos decimos que a estas alturas sacarle el dinero al MEF está más difícil que el Congreso se vaya; otros, en cambio, creemos que el gobierno soltará la plata y los esperanzados volveremos.

Cuando esperábamos largamente en la Clínica de la universidad a que nos llamara el médico, hicimos una breve encuesta con una sola pregunta: -“Profe, ¿por qué quiere regresar?” La mayoría coincidió en que eran pensionistas de la ONP y sus ingresos no llegaban a los mil soles mensuales. Solo unos pocos dijeron dijo que no había mejor arma para afrontar la vejez que enfrentarse nuevamente a grupos de jóvenes que podrían beber de sus experiencias y sabidurías.

Esperaremos entonces, pero por lo menos tenemos motivos válidos para ir a la universidad y decirle al portero que nos pide carné que no tenemos: “-Oiga, soy profesor cesado que hace sus trámites de regreso. Con permiso y déjeme pasar que ya viene el Burro para ir al Recursos Humanos”.

Y si no sabe lo qué es el Burro no merece estar en esa puerta.

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