
Es verdad: ¡Regresé a San Marcos!
Disculpen, pero algo tengo que agradecerle al vapuleado Congreso, esto es, la ley que eliminó el límite de edad para la docencia en las universidades nacionales, y autorizó el retorno de los cesados (por la edad) a las aulas. Con una advertencia razonable: probar que se está en buen estado de salud.
Cientos de viejitos cesados a partir del 2017 nos precipitamos a presentarnos para el retorno con la ayuda y consejo del Sindicato de Docentes de San Marcos (SINDUSM) y su muy eficaz y persistente profesora Carolina Trujillo que casi a diario nos informó del burocrático y laberíntico avance de las gestiones para volver.
No sé cuántos pasamos con éxito el examen Geriátrico y el Psiquiátrico, pero asumo que en mi caso sin problemas pues de otro modo no estaría narrando esta experiencia.
Finalmente, y para no hacerla larga, el Rectorado aprobó el retorno de muchos de los ancianos. Así, en un histórico día, fui a la Escuela de Comunicación Social de la Facultad de Letras para formalizar mi regreso, junto con los colegas Magdalena García, Ricardo Falla, Gustavo Pacheco.
Fuimos recibidos con cortesía por la directora Jacqueline Oyarce y el director de departamento Denis Vargas Marín, sus secretarias Roxana y Carmen… y la mirada curiosa de alumnos y profes que pasaban por el corredor, aguaitaban y seguían quizá preguntándose sobre el destino de estos ancianos que pretendían recuperar sus cursos.
Nuestra idea era volver al aula, al método “presencial” pero no era posible y a los cuatro nos asignaron cursos virtuales, “asincrónicos” en la jerga informática. No dudamos en aceptar la modalidad.
Ahí comenzó la siguiente batalla: aprender el Google Meet, el Classroom, familiarizarse con SUM (Sistema Único de Matrícula), y un largo etc. Es decir, para poder enseñar teníamos que aprender. Y en eso estamos. Ya llegamos al Parcial, tropezando con Temas, Tareas, Tablón, Calificaciones, Personas, Asignados…pero confiando en el aliento y consejo de profesores experimentados como el experto José Ventocilla, siempre atento a nuestras llamadas al teléfono a cualquier hora, en cualquier día.
Volver al campus sanmarquino, recobrar amistades que creía perdidas, comprobar que muchos me recordaban y aseguran que se alegran de mi retorno, es una indescriptible satisfacción. Más todavía cuando se abre la pantalla y me saludan mis alumnos del curso Historia de la Comunicación divididos en dos secciones porque eran muchos.
¿Cuánto me durará esta que será una extraordinaria experiencia? Creo que no más de un año. El próximo mes cumpliré 89 junios. Un exceso, ¿no creen?