
¿Retorno a San Marcos?????
Mas de un centenar de profesores sanmarquinos, despedidos del empleo por límite de edad, intentamos regresar a las aulas.
Es verdad, todos somos mayorcitos (casi digo ancianos…) pero entusiasmados con la novedad titulada “Ley 31542 que modifica el artículo de la ley 30220, ley universitaria, para eliminar el límite de edad máxima para el ejercicio de la docencia universitaria”.
Se podrá imaginar la alegría de cientos, o quizá miles de profesores cesados por la ley que establecía 75 años como límite para enseñar. Es de imaginar también que todas las universidades públicas fueron abrumadas por las solicitudes de los que fueron, o fuimos, cancelados, cesados, despedidos, que exigían cumplimiento de la ley.
En el caso de la Universidad de San Marcos el Rectorado cesó a decenas a mediados de agosto del 2017 (yo incluido).
Hubo una ceremonia de cese y despedida en el bello patio de los moyes, enfrente del rectorado, discursos breves, y entrega de distinciones en papel impreso (algún profesor preguntó: “¿nada más, ni siquiera un vale de Libun…o de Wong?”). Fue un día inolvidable, de abrazos y recuerdos, de no pocos pucheros. Y no regresamos más.
Pero ahora aquellos cesados exigimos que se cumpla la ley, y las universidades alegan falta de presupuesto y, sobre todo, que se cumpla un detalle importante del dispositivo que al final dice: “Desígnase al Consejo Universitario para que evalúe la continuidad del docente condicionada a la verificación del estado de salud física y mental a cargo de una junta médica”.
¿Quién, dónde, cómo…? dijimos los comunicadores cesados. Y aquí tropezamos con la clásica falta de claridad sanmarquina. Primero se decidió que debía ser el Ministerio de Salud quien expidiera los certificados de salud, pero el sistema es tan engorroso además de dudoso que inmediatamente los dirigentes sindicales de los cesados lograron que la universidad acordara cambio del método: “La universidad debe realizar los exámenes correspondientes”.
Y entonces nos convocaron para exámenes psiquiátricos y geriátricos en la bien instalada clínica universitaria, en pleno campus.
En eso estamos. Pero resulta que ya hay profesores que han retornado a tareas académicas, no menos de 50, provocando (por decir lo menos) la extrañeza del grupo restante, de los que están esperando Resolución de retorno porque han sido declarados Aptos por el geriatra y la psiquiatra. No sabemos nada de la “Junta Médica”, nadie nos informa aunque tenemos como ayuda invalorable a la profesora Carolina Trujillo que con tesón y compromiso nos informa de cómo van las cosas.
Mañana: Geriatra, Psiquiatra…